Olvida lo de quedarte mirando: con estos cubrepezones de caramelos, lo de contemplar se convierte en devorar. Aquí no hay postureo, solo placer dulce y descarado para ella. Su hilo de suave lycra lo hace tan flexible y cómodo que se adapta a todas las tallas, así que nadie se queda fuera de la fiesta.
¿Te va el tutti frutti? Pues prepárate para un viaje directo a los años mozos, cuando las hormonas iban por libre y el picante era la norma. Este invento no mancha ni descolorea con la humedad de los labios, así que puedes lamer y mordisquear hasta el éxtasis sin miedo a dejar huella (salvo en la memoria). Incluye dos cubrepezones y el envase trae 60 gramos de puro vicio. Más dulce, imposible.
Lo que debes saber
Este cubrepezones comestible es el as bajo la manga para quienes buscan diversión y un toque de travesura en la lencería. Su sabor a tutti frutti es un guiño a la nostalgia y a las ganas de pasarlo bien sin complicaciones.
La lycra en su interior garantiza comodidad y flexibilidad, adaptándose a cualquier talla. No deja manchas ni pierde color con la humedad, así que solo preocúpate de disfrutar y dejar que la lengua haga el resto.
| Para quién | Mujer |
| Color | Multicolor |
| Medidas | 8,0 x 4,0 x 15,0 cm |
| Comestible | Sí |
| Formato | Caramelos |
| Fragrancia | Tutti frutti |
| Peso | 0,085 kg |
¿Para quién es?
- Para mujeres que buscan lencería comestible y divertida.
- Para quienes disfrutan del sabor tutti frutti en los juegos eróticos.
- Ideal para parejas con ganas de lamer y mordisquear sin límites.
- Perfecto para quienes quieren añadir picardía y dulzura a la intimidad.
Si quieres lencería que invite a jugar, lamer y morder, este cubrepezones de caramelos es tu billete directo al placer más dulce.
El consejo de la sexóloga
¿Te apetece un toque de travesura en la cama? Este cubrepezones de caramelos es perfecto para quienes buscan combinar placer y diversión. Su sabor tutti frutti y su flexibilidad lo convierten en un aliado para juegos eróticos llenos de risas y complicidad. Atrévete a experimentar y deja que el deseo marque el ritmo.
